
En diciembre de 2024 se reeditó (Sílaba, 2024) la novela 𝑇𝑢𝑦𝑜 𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 (1984) de Juan José Hoyos. En su primera edición fue tan popular que hasta se hizo una telenovela, con una tal Amparo Grisales (como Salomé) y un señor Carlos Vives (como Carlos). Hoy pasa desapercibida.
Transcurre en Aranjuez, al nororiente de Medellín, en aquel entonces sembrado de guayacanes florecidos, que en la novela son protagonistas, como así mismo lo es el barrio (del que se han escrito ya al menos tres novelas ilustres: esta, 𝐿𝑎 𝑐𝑖𝑢𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑑𝑖𝑜𝑠𝑒𝑠 y 𝐿𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑑𝑟𝑎) con sus calles empinadas y sus lugares comunes.
Contrario a lo que podría pensarse por su título, que comparte con una novela de Corín Tellado (1951) y un bolero, la novela no es cursi. Narra, como un film de Antonioni, con lúcida sencillez, parsimonia y lujo de detalles, los atardeceres, las noches de borrachera, las pequeñas tragedias familiares, sus rutinas diarias y sobre todo los pasos enamorados de unos muchachos pobres con mucha sed, que recién comienzan a padecer ese dolor de pecho y esos calambres que producen las muchachas al pasar a esa edad maldita donde no pueden dejar de mirarse hasta que doblan la esquina y se quedan en el recuerdo toda la noche y toda la semana, hasta toda la vida, para tormento de muchachos como Carlos y Diego, que no tardan en prendarse de alguna, con nudos ciegos y desenlaces fatales.
Con esta novela Juan José Hoyos hizo su debut en la literatura colombiana, al nivel de otros clásicos del realismo antioqueño (Carrasquilla, Mejía Vallejo, esos monstruos narrativos), escribiendo con su aguda sensibilidad de insomne una historia de amores fatales, a la vez erótica y terrible y tristísima.
Me genera inquietud su escasa recensión. Al menos en internet apenas se recupera una ruda crítica ochentera, muy destructiva, en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, de alguien que no alcanzó a disfrutarla (tal vez le pasó como a mí, cuando intenté su lectura a los 17 años, porque para entender ciertas obras hace falta madurez y sobre todo sensibilidad): “una estéril transcripción, melcochuda a fuerza de color local y para uso exclusivo de marcianos, de situaciones y diálogos banales de una pequeña comunidad terrícola”; donde, sin embargo, se reconoce que “en Juan José Hoyos palpita, antes que un periodista, un poeta” y que “no hay duda de que nos hallamos ante una figura promisoria de las nuevas letras colombianas” (En: https://rebrand.ly/olwzqid).
Los años le dieron la razón. Porque del crítico amargo jamás volvimos a saber, mientras que Juan José Hoyos puso su estrella más alta con cada nuevo libro que publicó. Hizo ya en su opera prima lo más difícil (tal vez por eso de que “lo cercano se aleja”, según Borges): contar la propia vida, retratando la más cruda cotidianidad, con su música tan peculiar, sus películas populares, etcétera, que llegan a ser la geografía del alma de varias generaciones.
40 años después de escrita, 𝑇𝑢𝑦𝑜 𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 todavía conmueve profundamente. Y eso que no me aguanto un bolero. Pero oyéndolos así, en el papel, junto a Carlos y Diego, que se van volviendo nuestros amigos, ya estos trozos dulzones, son otra cosa: porque dicen con melodías y palabras lo que el corazón presiente en la oscuridad de la sangre.