Walking dead

La amistad con la muerte nos conviene, hoy que vemos la cruz en la cima del monte del calvario. Pensemos en ello, como aliciente para la semana de la pasión, el ideal supremo de caminante muerto. Si no, ¿qué es su imagen, su símbolo herido de muerte clavado en el madero por las cuatro extremidades? Vida eterna.

Voy a hablar de zombis. 

Un comentario de Zizek afirmaba que hay “una división de clases donde los zombis representan a la clase trabajadora y los vampiros a la plutocracia”. 

Formas de inmortalidad postcristiana y posthumana. La filosofía los ha encontrado abigarrados, equiparable su purulencia a su abundancia expresiva: a caballo entre el “sujeto” y el “objeto”, capaces de acoplamiento a cualquier situación, su hambre infinita o consumo y su fácil  multiplicación, su globalización, su carácter gregario. ¡Y mucho más!

Son lo reprobable en el homo sapiens (especie de especies), autodestructivos, despiadados, sujeto apocalíptico. 

El colapso natural de toda civilización y, también, su posteridad, con su pospolítica-z y el nuevo-orden-mundial-z. 

En Walking Dead uno termina acostumbrándose a caminar entre los muertos. 

De esta serie mítica hago un análisis particular.  Por ejemplo, a veces la horda gana, a veces la cooperación humana, siempre queda un margen de maniobra. Todavía se puede luchar contra los zombis, hay todavía heroínas en esta trama: Carol, Rick, Daryl. No importa que al morir todos seamos zombis también hay vida que lucha por la vida.

En pugna contra quienes se entregan a la muerte, antihéroes como “la horda”, su nihilismo profundo, o el absoluto “importaculismo”  y brutalidad del más fuerte, entidades nunca agotadas para su desglose y superación. 

En la oscura jerga, el amado zombi, ese “cuerpos sin órganos”, nómada, desterritorializado, vida nuda, mantras de la filosofía contemporánea. 

Monstruo perturbador de nuestro tiempo como ningún otro. 

En la última de Jim Jarmusch, The dead don`t died, pegados de sus celulares. 

Hoy camina Jesús en su borrico, en medio de los ramos, rumbo al matadero. Allí será revivido para ser el gran caminante muerto de nuestro tiempo.

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